Poesia de Mamerto Menapace, monjo benedictí de Los Toldos (Pcia. de Buenos Aires). Setembre, a l'hemisferi sud, és el mes en que comença la primavera, i les pruneres i els presseguers floreixen. "Morir en septiembre"... morir en primavera, quan tot reneix al nostre voltant.
Buscando una huella me largué a los rumbos
y anduve caminos amando el tierral
la huella se alarga, la meta no llega
la estrella me invita a seguir nomás.
Amé los caminos que creía míos
hoy veo que aquellos son sólo de Dios.
Voy dejando amigos, que toman desvíos
misterios distintos del que vivo yo.
La historia se ensancha, la huella se estrecha,
la vida se encoge: quiere madurar.
Todo mi follaje busca la semilla
sabe que por ella ha de madurar.
La vida no acaba bajo la cosecha.
Yo sé que en mi vida, morir es callar.
Creo en el mañana, tengo fe en la tierra:
ella permanece para mi trigal.
Sigo su camino buscando una huella
con toda mi alma quisiera ser fiel.
En cada acampada arrollo mi carpa
no quiero taperas si no he de volver.
El que está en camino nunca se despide,
libre, como el viento, saluda al pasar,
su sola querencia anida en la meta
que aun no conoce, pero alcanzará.
Todo lo que vive hacia allí camina
sigue el mismo rumbo que camino yo.
Un día el encuentro volverá a reunirme
con lo que dejado por buscar a Dios.
Morir en septiembre, cuando todo estalla
blanquea el ciruelo despertando en flor,
cuando el duraznero se viste de nuevo
y todo renace a mi alrededor.
Dejare el invierno como algo pasado
al que no se vuelve para nostalgiar
meterse en la vida, brotar en la tierra
y con ella irse para el más allá.
Si busco la vida no hay otro camino:
es duro morirse, pero hay que morir.
Sangrando en la huella, me voy sur adentro
no puedo negarte de nuevo mi sí.
Mamerto Menapace
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