dijous, 12 de novembre del 2009

Al bell mig de les coses que perduren


"Poder decir palabras verdaderas en medio de las cosas que perecen", glossava el contemplatiu i poeta Ernesto Cardenal, copsant la insubstancialitat de les coses fugisseres. Pere Casaldàliga contesta al poeta: "en medio de las cosas que perduran", des d'una altre sensibilitat (cara de la mateixa moneda de la que Cardenal en veia le creu), descobrint la densitat de cada instant i cada petita cosa, per efímera que sigui. Perquè la realitat té un fons perdurable, etern, per qui la sap mirar. I és que la transcendència, com deia Zubiri, és la densitat de la immanència. O com cantava un altre poeta de casa nostra, Màrius Torres: l'eternitat és sols un moment que s'eixampla. Deixa't, doncs, submergir enmig de tanta llum, despresa de les petites coses quotidianes que perduren...


"Poder decir palabras verdaderas

en medio de las cosas que perecen".

¡En medio de las cosas que perduran,

Ernesto Cardenal!


El gato Chone, gris

de ceniza y cariño.


Los periquitos incipientes,

verde latido niño y tentación del gato.


La luna llena que se ruboriza

por el último guiño del sol en el poniente,

por las queimadas de la Isla grande.


El olor de madera de la selva,

sobreviviente aún, ya profanaa

por el hacha inconsciente...


El "bejú" de mandioca,

hostia sólida y sobria

de amistad sertaneja.


La carreta de niños,

"com o bispo e o padre",

con saos de maíz, crujiendo, suaves,

y los bulbos rollizos de abundancia.


Y la caña de azúcar

-que era neón de esmalte,

casi verde, apenas amarillo, levemente violeta-,

tan jugosa de miel entre los dientes,

flauta de nuestra sed y nuestras risas.


Las tórtolas, menudas,

de dos en dos, bordando

la arena del camino.


Los cuatro borriquitos,

pastando seño y yerba e la ladera.


Y esta ermita del cerro, Teresa de Lisieux.

Madera negra, este sagrario abierto en cal pobre,

¡oh Hijo del Dios vivo!


Un libro, y una carta.

Una consulta humilde.

La tarta compartida con las hormigas rubias.


El río. Y el ocaso,

cada día distinto.

La red, colgando en sueños el cansancio.

Y la penumbra aroma de un recuerdo.


La aldabada de todas mis pequeñas iglesias.

Y, en todo caso, la Esperanza, siempe.

"Poder decir palabras verdaderas

en medi de las cosas que perecen",

¡en medio de la vida que perdura!


Pere Casaldàliga